jueves, 14 de junio de 2007

V


Volví a mi casa
bajo la niebla de la tarde triste.
Pasé por calles
junto a muros viejos.
Nadie lo vió
y mi corazón lloraba.
Mi corazón a veces se desviste.

Hermano,
bajo la niebla de la tarde triste,
desnudad vuestra alma;
que el corazón es viejo y sabio.
Y el corazón existe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bello es eso de permitir al corazón que se desvista, dejar que ni biombo ni mampara alguna oculte su carga...
Y qué bella la rambla. Lejos queda pero se siente tan cerquita...
Gracias por unir dos imágenes tan bellas...