sábado, 8 de noviembre de 2008

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Ya cantaban los gallos.
Ya sonaban las campanas
y él buscábase la frente
hacia la madrugada.
Sobre calles y suburbios,
sobre la ciudad toda,
en un coro de gallos
levantado y triste,
él, desasido,
se buscaba la frente
hacia la madrugada.
.
Y ya en el día
pudo decir alegre el renacido:
Oh tierra. Oh nave solitaria,
soy tu hijo fiel
y no te olvido.

2 comentarios:

amelie dijo...

Tanta poesía como en la poesía... ¿Tu pueblito acaso?

Un tal Iván dijo...

Que lindo elogio. Es la bahía de Montevideo y me hace acordar a aquel tango de Cobián y Cadícamo:

Turbio fondeadero donde van a recalar,
barcos que en el muelle para siempre han de quedar...
Sombras que se alargan en la noche del dolor;
náufragos del mundo que han perdido el corazón...
Puentes y cordajes donde el viento viene a aullar,
barcos carboneros que jamás han de zarpar...
Torvo cementerio de las naves que al morir,
sueñan sin embargo que hacia el mar han de partir...
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