jueves, 14 de junio de 2007

V


Volví a mi casa
bajo la niebla de la tarde triste.
Pasé por calles
junto a muros viejos.
Nadie lo vió
y mi corazón lloraba.
Mi corazón a veces se desviste.

Hermano,
bajo la niebla de la tarde triste,
desnudad vuestra alma;
que el corazón es viejo y sabio.
Y el corazón existe.

Para vivir


Porque se está solo ahí,
porque en la locura y en la muerte
se está solo,
porque hay un ojo fijo,
incambiado, que acecha sin sentido,
yo quiero ahora abrazaros,
y siquiera no más,
hablar de cómo cambia el cielo.